Entre la precariedad y el deber: la otra trinchera de la policía mexicana
Por: Guillermo Alberto Hidalgo Montes
Cuando el policía
primero Ramírez (doce años en la corporación municipal de Zacatecas) termina un
turno de 24 horas, no regresa a casa para poder dormir y descansar de una larga
jornada: toma un taxi y se convierte en chofer por aplicación para completar el
gasto familiar. Lo triste, es que este pasaje no es parte de una serie de
televisión o de un capítulo de “La Rosa de Guadalupe” y lamentablemente, su
historia no es la excepción; es la norma silenciosa de miles de policías
(hombres y mujeres) que operan en condiciones poco dignas mientras se les exige
enfrentar uno de los contextos de violencia más complejos del hemisferio sin la
formación o profesionalización necesaria, en instituciones muchas veces llenas
de mandos coludidos con la delincuencia y con una comunidad poco empática con el
servicio policial y con el respeto a las normas, porque todos queremos que se cumpla
la ley...pero sobre las mulas de mi compadre.
Sueldos que no alcanzan
El
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP)
recomienda un “ingreso digno” de $16,688 mensuales para la escala básica. Sin
embargo, tres de cada cuatro policías municipales cobran menos que esa cifra
y un 10 % percibe incluso menos de $5,000 pesos (Animal Político, 23/04/25). El
Censo Nacional de Seguridad Pública Estatal 2023 del INEGI muestra que solo 8 %
de los elementos estatales supera los $25,000 mensuales. Tales rangos quedan
por debajo de la línea de bienestar urbano estimada por el CONEVAL (~$14 400 en
2025), lo que obliga a los uniformados a buscar segundos empleos, endeudarse o
peor aún…corromperse.
Jornadas que pasan factura
El modelo
24×24 —trabajar un día completo y “descansar” otro— sigue siendo el régimen
predominante: al menos 34 % de los elementos lo reporta (Causa en Común, ¿Quién
cuida al policía?). Otros turnos, como 12×24 o 24×48, tampoco respetan las
ocho horas constitucionales (que también coincide con los estándares
internacionales recomendados). Resultado: semanas que pueden superar las 80
horas efectivas, con repercusiones directas en fatiga operativa, accidentes
viales y decisiones críticas bajo presión y también pueden derivar en el uso de
sustancias prohibidas para tratar de estar atento la jornada completa. Aquí es
prudente la pregunta ¿Se puede estar en los 5 sentidos por 24 horas sin parar? ¿Podría
ser entonces (bajo ciertas circunstancias) el uso de cierto tipo de drogas un
riesgo laboral? Es decir, las instituciones que tienen jornadas muy saturadas ¿podrían
estar orillando a sus elementos al uso de drogas ilícitas?.
Prestaciones incompletas
Menos de 70%
de los policías municipales recibe vacaciones pagadas y aguinaldo; la mitad
carece de seguro de vida y apenas 7% tiene acceso a créditos para vivienda
(INEGI, ENECAP 2023). En materia de salud, entre 20 y 50% de los elementos
policiales están afiliados al IMSS o ISSSTE; el resto depende de consultorios
privados o de los escasos servicios médicos internos. Esta precariedad erosiona
la vocación de carrera: la rotación anual supera 10% en varias entidades, lo
que dispara los costos de reclutamiento y deja zonas descubiertas. Resultaría más
barato para las instituciones paquetes solidos de prestaciones que alzas
directas a los sueldos además que se aseguraría de forma indirecta a las familias
de los policías lo que incidiría directamente en la disminución de
probabilidades de generar actos de corrupción puesto que “la familia está
cubierta y si cometo un acto indebido puedo poner en riesgo la seguridad de mis
hijos”
Riesgo extremo, equipo vencido
Ser policía en
México implica un peligro cotidiano: en los últimos dos años han sido
asesinados más de 650 policías, un promedio de uno cada día y medio
(registro hemerográfico de Causa en Común). Pese a ello, el 75% de los chalecos
balísticos en uso está caducados o fuera de norma balística, según la Auditoría
Superior de la Federación. La tasa de mortalidad policial (132 por cada 100
000) multiplica por quince la de sus pares en Estados Unidos. Hay una influencia
negativa por parte de los medios de comunicación, las series policiales generan
falsas expectativas a jóvenes que creen que el servicio policial es fácil y
lleno de glamour. Sin embargo, es una profesión sumamente riesgosa y demandante
lo que genera que un porcentaje alto de nuevos ingresos duren no mas de un par
de años en las instituciones.
Capacitación y certificación
parcial
El Certificado
Único Policial (CUP) —que acredita control de confianza, formación inicial y
evaluación de desempeño— cubre hoy 83 % del estado de fuerza, de acuerdo
con la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Entidades como Puebla o
Veracruz rondan 40%; otras, como Campeche, presumen 100%. Mientras falte
personal certificado, se profundiza la brecha entre el deber ser y la operación
real y desgraciadamente, en muchas ocasiones, estos exámenes están manoseados
para perjudicar y/o beneficiar a ciertas personas, los que hemos trabajado
dentros de las filas de las instituciones policiales conocemos casos de
compañeros dedicados y vocación de servicio que han sido separados por “reprobar”
exámenes de control de confianza peeeeeeeeeeeeeeeeeero sabemos de personas que
no deberían tener uniforme y los aprueban. Es necesaria una reingeniería a
nivel nacional en materia de control de confianza. Si realmente funcionaran ¿Cómo
nos explicamos que frecuentemente son detenidos policías coludidos con la delincuencia
que curiosamente aprueban sus controles de confianza?
El impacto en la seguridad
La ecuación es
clara: bajos sueldos + jornadas extenuantes + equipo insuficiente = menor
desempeño y más corrupción de supervivencia. Cuando un elemento policial
debe elegir entre hacer horas extra no pagadas o aceptar “mordidas” que
complementen su salario, el incentivo perverso salta a la vista. A ello se suma
la desconfianza ciudadana: según la Encuesta Nacional de Victimización y
Percepción de Seguridad (ENVIPE 2024), 55% de la población sigue creyendo que
la policía abusa de la fuerza o es corrupta. Precariedad y mala imagen
retroalimentan el círculo vicioso.
¿Hay salida?
Sí, pero requiere decisión
política y dinero contante (nos guste o no):
- Homologación salarial vinculada al costo de
la vida regional y financiada con un fondo federal de aportaciones
etiquetado exclusivamente a nómina.
- Jornadas de 8×16 supervisadas por
inspecciones laborales sorpresa.
- Cobertura universal de salud y retiro (cada
policía con IMSS/ISSSTE y un seguro de vida colectivo) costeada vía
fideicomiso tripartito (Federación-Estado-Municipio).
- Renovación estructurada de equipo policial
- CUP al 100% como condición para que los
estados (y a su vez municipios) reciban recursos federales de seguridad.
- Programa nacional de salud mental que
incluya detección temprana de estrés post-traumático y seguimiento
psicológico.
Al igual que
un médico mal pagado o un piloto extenuado, un policía en precariedad pone en
riesgo no solo su vida, sino la de todos. Dignificar la carrera policial no es
un lujo; es la cláusula mínima de un contrato social que prometimos cuando,
democracia en mano, les entregamos la misión de protegernos.
Uno de los
debates más longevos que hay en materia de seguridad es si los policías somos
guardianes o guerreros. Y uno de mis mentores en materia de pandillas, Tony "Pac Man" Moreno, quien fue uno de los primeros investigadores en la materia y su vida profesional
fue parcialmente dramatizada para hacer la película de “Colors” con Sean Penn y
Robert Duval (los invito a que la vean) en uno de sus últimos libros Cop Spirit
explica lo ridículamente inservible que es reducir el servicio policial a solo
estas dos funciones, cuando son solo dos “sombreros” (así lo refiere el no me
vean con ojos raros) de los mucho que el policía usa en servicio. “Eres guardián
y de repente hay un choque, te quitas el sobrero de guardián y te pones el de
paramédico, hay un problema legal te pones el sombrero de abogado; un problema
de salud mental, el de psicólogo y así sucesivamente”. Por lo que un elemento
policial se vuelve el ser más multifacético dentro de una sociedad por lo que
la remuneración debería ser acorde a sus servicios. Y por favor, respete la
norma, no podemos quejarnos del servicio policial si pretendemos que la ley se
use a discreción… ¿Se le hace muy caro $3,000 pesos por pasarse un alto? Fácil,
pague su multa y no se lo vuelva a pasar y ¡listo! Ya no lo vuelve a hacer ¿Muy
delicadito porque se puso altanero con el o la policía y golpeo a uno,
situación que le hizo acreedor a un método de control y después a la aplicación
de un dispositivo de restricción como las esposas? Respete al policía. Somos
servidores públicos, no nanas ni sparrings.
hidalgomontes@gmail.com