Por: David
Posada Munive
Los sistemas y métodos de entrenamiento policiales han
ido adaptándose a las necesidades y demandas sociales de una manera acelerada.
Los institutos y academias de formación y profesionalización policial, en la
mayoría de los casos han apostado por sistemas de entrenamiento basados en
formar y especializar a los policías con base en competencias que se han
establecido como indispensables para el quehacer policial; sin embargo, pocas
de estas instituciones lo han hecho con base en el análisis estadístico de
necesidades de capacitación, así como de intervenciones policiales que
requieren una especial atención, ya sea por su alto nivel de riesgo o bien por
las circunstancias específicas que presentan.
De acuerdo a la Reality Based Training Association, el
entrenamiento basado en la realidad es cualquier tipo de práctica de
adiestramiento que utilice herramientas, técnicas o metodologías para aproximar
en un entorno formativo cualquier situación que pueda ocurrir en un entorno
operativo.
El entrenamiento basado en la realidad consiste
entonces en generar no sólo el conocimiento, habilidades, destrezas y
competencias que un policía debe poseer para afrontar exitosamente una
intervención policial, sino que además, lo sitúa en condiciones de estrés y
otro tipo de circunstancias adversas con las que deberá lidiar cuando pase del
entrenamiento a la ejecución de sus funciones policiales.
El uso de la fuerza, por citar un ejemplo, es uno de
los principales temas que un policía debe conocer ampliamente, no sólo desde el
punto de vista jurídico, psicológico, técnico y táctico, sino también desde una
perspectiva operacional real, en la que evidentemente cuando debe hacer uso de
la fuerza en una situación real, no hay lugar al error, porque convergen
diversos derechos y libertades que se deben proteger, ya sea las propias, de
terceros e incluso de aquellas personas sobre quienes se ejerce el uso de la
fuerza. En este sentido, ante una situación en la que hay que tomar decisiones
en fracciones de segundos, y en la que, derivado del estrés de combate el
cuerpo humano presenta un sinnúmero de cambios fisio-psicológicos que pueden
mermar el desempeño policial, resulta importante que el agente policial tenga
la capacidad de mantener el control de la situación y proteger los derechos y
libertades por los que se vio obligado a hacer uso de la fuerza sin vulnerar
otros, o bien, sin ser víctima de las circunstancias.
Para aumentar las probabilidades de éxito en una
intervención policial debemos pensar en aquéllos factores que generan los
fracasos en las mismas, regularmente; buscar la manera de generar estrés en los
agentes policiales durante su entrenamiento, de manera que la adrenalina que descargue
en el adiestramiento se asemeje a la que descargará en una situación real, para
que de este modo, el policía esté acostumbrado a controlar sus instintos,
mantener el raciocionio y principalmente disminuir las alteraciones cognitivas
que se producen ante el miedo, estrés, ira o frustración que puede acarrear una
intervención policial.
El entrenamiento nocturno, con altos niveles de ruido,
con hambre, bajo la lluvia, después de una sesión de activación física
extenuante, generará en los agentes policiales un estrés de combate simulado
que dará indudablemente un resultado diferente al de los entrenamientos diurnos
bajo esquemas tradicionales en los que el instructor únicamente va indicando
cuál es el siguiente paso del procedimiento policial a ejecutarse. Estos
resultados deben ser evaluados para identificar necesidades técnicas y tácticas
en el perfil individual del policía, así como en el trabajo colaborativo, para
que de este modo se trabaje de manera focalizada en las áreas de oportunidad que
presenta el policía o el grupo táctico y el adiestramiento sea más productivo.
Otro ejemplo de entrenamiento policial que comúnmente no se lleva a cabo en escenarios semejantes a la realidad es el de la investigación en un lugar en que ocurrieron hechos probablemente delictivos, y en los que la mayoría de las veces, es el policía quien tiene la obligación de localizar, identificar y recolectar los indicios que allí se encuentren. Cuando se llevan a cabo este tipo de prácticas normalmente se hacen al aire libre, durante el día y con buena luz natural, sin embargo, estadísticamente la mayoría de los homicidios (por citar un ejemplo común de entrenamiento), ocurren en la noche. El policía entonces debe conocer cuáles son los mejores métodos de observación y búsqueda en escenarios nocturnos, cómo utilizar adecuadamente una linterna táctica, cuáles son las mejores prácticas para dar seguridad perimetral a un lugar de investigación durante la noche y qué riesgos pueden presentarse por ser de noche, entre otras circunstancias que diferirán a las que conoció en un entrenamiento diurno y para las cuáles no se le ha preparado. Los simuladores virtuales pueden ser una herramienta útil para este sistema de entrenamiento, principalmente cuando la retroalimentación que ofrezca el instructor sea buena e identifique claramente cuáles son los errores y áreas de oportunidad que se presentaron. La toma de decisiones para el policía es algo en lo que se debe trabajar puntualmente, puesto que en la realidad, cuando deban realizar una intervención policial no habrá un guía o instructor que corrija posturas, técnicas o posiciones. Una opción en la etapa de entrenamiento es dotar a los participantes de una serie de prerrogativas o privilegios de los que podrán disfrutar con base en los resultados de su entrenamiento, pero conforme se vayan presentando errores tácticos o técnicos en el mismo, irán perdiéndolos (horas de sueño, comida caliente, agua caliente, postres, horarios de esparcimiento); y esto, generará que el policía sepa que si la práctica no sale bien habrá una consecuencia en su bienestar personal o de su equipo, fortaleciendo también el espíritu de cuerpo y el trabajo en equipo. Obviamente este tipo de ejercicio debe estar pensado y revisado interdisciplinariamente, de manera que no se ponga en riesgo la salud e integridad física de los policías en entrenamiento, ni se vulneren sus derechos fundamentales.
Al final, cuando se adopta un sistema de entrenamiento basado en la realidad que responda integralmente a las necesidades policiales, se podrá evaluar el rendimiento operacional y con seguridad, dada su eficacia, se verá reflejada una actuación policial que está apegada a la legalidad y al respeto a los derechos humanos.
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