Cuando
los Intereses se Sobreponen a la Dignidad Humana.
Por: Psic. Carlos
Alfredo Sánchez Cortés
Para muchos de nosotros seguramente
resultaría insólito el saber que en nuestra sociedad actual existen prácticas
muy similares a la esclavitud del siglo XIX, en donde las conductas vejatorias
y la deshumana consideración de unos sobre otros se ve regida por intereses
económicos y de ambición desmedida. La oferta y demanda de seres humanos con el
fin de atender a nuestros objetivos e intereses, así como a nuestros placeres
parecería pintar un panorama propio de la más terrorífica de las novelas y
relatos que, creemos, sólo forman parte de las estanterías de cualquier
librería.
Es común que nos resulte inaudita la
opresión de unos sobre otros con la intención de satisfacer deseos
particulares, pero en realidad ¿cuántas veces no hemos sido partícipes de ese
ejercicio de poder?. Las demandas del entorno sumergidas en una dinámica de
banalidad y egolatría nos justifican en la caprichosa necedad de ponernos por
encima de otros para demostrar poderío, capacidad de adquisición y al imponer
estilos de vida que consideramos como exitosos sobre aquellos que dejamos
arrinconados en lo marginal. El rito a lo ostentoso deshumaniza a las personas
para convertirlas en escaparates ambulantes que presumen orgullosos su vaciedad
y carencias.
Y es que la obsesión de consumo nos ha
llevado a regresar a prácticas tan retrogradas y humillantes que como resultado
hemos degradado todo a nuestro alrededor, atribuyéndole costos y beneficios a
la explotación de otros, llamémosle ecosistema, personas, recursos naturales,
etc. La Trata de Personas es una de esas prácticas en donde se desvirtúa al ser
humano, donde se le cosifica y adquiere el significado de instrumento para el
logro de objetivos. Justificada de diferentes formas, con “argumentos” de
inferioridad racial, étnica, de género, de edad, etc. Nos deja entrever en sus pretextos lo
deshumana que puede ser la condición del ser humano para la convivencia con
otros seres.
La Trata de personas muestra con toda
crudeza como el poder penetra a los
cuerpos. Autores como Giorgio Agamben, Michel Foucault, Guilles Deleuze,
reconocen la influencia del poder político entre los cuerpos humanos y los
mecanismos mediante los cuales incide en las relaciones sociales, en el comportamiento y los hábitos personales.
Con la insuficiente pero alarmante
información de que disponemos en relación al que pareciera ser novedoso (aunque
en realidad no lo es) delito de la Trata de Personas, especialmente en la modalidad
de explotación sexual, nos damos cuenta de lo necesario que resulta su estudio
y abordaje oportuno para el diseño de
políticas públicas que frenen su impacto social.
Al tener como principales víctimas:
niñas, niños, mujeres y jóvenes adquiere gran interés su combate y prevención. La
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) informa que,
a nivel global, la trata de personas con fines de explotación sexual sigue
siendo la modalidad de mayor incidencia de este crimen y en torno a la cual se
ha generado la mayor cantidad de estadísticas. Así, de los casos identificados
de trata de personas, 79% corresponden casos de explotación sexual, y 18% a
casos de explotación laboral[1].
A este tenor, el Fondo de las Naciones
Unidad para la Infancia (UNICEF) estima que la explotación sexual comercial de
niños, niñas y adolescentes arroja utilidades por más de 7000 millones de
dólares anuales, En 2007 informó la existencia de más de dos millones de niñas
dedicadas al comercio sexual.
Pero las implicaciones de este delito
son aún mayores, puesto que permite o integra la comisión de otros delitos como
lo son el rapto, la violencia física, el tráfico de personas, la intimidación,
el chantaje, la corrupción etc.
México es considerado, no únicamente
como país de tránsito, sino también como de origen y destino de las víctimas de
Trata de Personas, su ubicación geográfica, su cercanía con Estados Unidos, sus
condiciones socio económicas, laborales, culturales y de infraestructura, le
dota de las condiciones idóneas para que este delito se desenvuelva sin mayores
problemas
Este acto es un crimen que afecta a más
de 4.000.000 de personas a nivel mundial, según el programa de población de la Organización
de las Naciones Unidas (ONU). Datos recogidos de 155 países muestran que el 20
por ciento de los casos corresponden a niños, en tanto que la UNODC, resalta que
la forma más común, es la explotación sexual (79%) y la mayoría de las víctimas
son mujeres. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) informa que más de
12.000.000 de personas padecen situaciones laborales similares a la esclavitud,
y la UNICEF calcula que alrededor de 180.000.000 de niños de 5 a 17 años (1 de cada 8 en todo el mundo), están
empleados en las peores formas de trabajo infantil y más de 1.000.000 es
víctima de la trata, un negocio que produce mil millones de dólares anuales que
se reparten entre los propios familiares de las víctimas, los traficantes y los
funcionarios públicos que actúan en complicidad. Es una actividad delictiva
altamente rentable, sólo detrás del tráfico de armas y drogas.
La voracidad con la que avanza este
delito y la aparente libertad con la que parece moverse en el mundo y, en
nuestro caso en México, nos hace
priorizar su estudio de manera oportuna y concreta, con la finalidad de crear esquemas
que permitan no únicamente su combate, sino también disminuir su incidencia e
impacto social.
[1] Comisión
Nacional de Derechos Humanos, Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo
y Asistencia Social. (2009) Diagnóstico de las Condiciones de Vulnerabilidad
que Propician la Trata de Personas en México, México.
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