La Estrategia de Seguridad que puede ser un Desastre en la Región
Por: Guillermo
Alberto Hidalgo Montes
En últimas
semanas, el Presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Ha dado mucho de qué
hablar por la estrategia que sigue contra ciertos grupos delincuencias así como
la inauguración dEl Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT). Un centro
penitenciario de máxima seguridad que cuenta con capacidad para 40,000 personas
privadas de su libertad, pero estas personas no son delincuentes normales, son exclusivamente
pandilleros
No es nuevo la
política contra las Maras (Como se les conoce a las organizaciones
pandilleriles en centro Sudamérica), podemos recordar los inicios de esta
cruzada allá por el 2003 cuando se llevó a cabo el “Programa Mano Dura”, sin
embargo, por falta de visión de Estado y presupuesto quedó en el imaginario
colectivo como un esfuerzo que, de haberse seguido hubiera dado mejores
resultados.
Ahora, más de
una década después y con impulsos renovados que ha tenido el presidente Bukele,
la cruzada contra las Maras ha dado el paso siguiente, tratando de borrar todo
vestigio de éstas incluso en los cementerios, donde ha mandado a demoler toda lápida
que haga alusión a las pandillas, permitiendo solo el nombre de la persona fallecida,
fecha de nacimiento y de deceso. Llegado al punto de declararlas Organizaciones
Terroristas. Esta definición no es nueva, lo hace por primera ver el
investigador norteamericano Chris Blatchford en su libro “Mafia Chicana” hace
más de una década, donde las define como “Grupos de Terrorismo Urbano” y aunque
para algunos pudiera sonar exagerado, si somos juiciosos, muchas de las
pandillas que existen hoy en día a nivel mundial pueden encajar perfecto en
esta definición y en el caso del salvador basta con el siguiente ejemplo: En el
año 2010 en un populoso barrio del municipio de Mejicanos, miembros de las
maras rociaron gasolina y prendieron fuego a un camión de transporte público
con 32 personas dentro, resultado 17 de estas calcinadas y 15 sobrevivientes
con quemaduras de segundo y tercer grado. Esto estimado lector, es, sin duda,
es un acto de terror, por lo que si encaja en la definición anteriormente
mencionada.
Lo cierto es
que estas medidas por el actual gobierno salvadoreño han generado la reducción
significativa de la violencia en el país centroamericano incluso al grado de
celebrar el pasado 17 de febrero la sorprendente cifra de 300 días consecutivo
sin homicidios relacionados a las maras. Aunque por otra parte hay muchas voces
que alegan que, muchas de estas acciones van en contra de los Derechos Humanos,
haciendo que el presidente Bukele haga referencia un sin número de veces que lo
importante son los derechos de las personas de bien y de las víctimas de la
violencia y la delincuencia que éstos grupos generan
Es aquí, donde
comienza la parte triste de esta historia, la preocupante y tiene que ves con
falta de comunicación y desinterés por el tema. Y es que no hay una política
integrada y colaborativa entre naciones de la región para combatir este tema
por lo que un efecto cucaracha o pasta de dientes se ve muy cercano. Al
apretar el Salvador a todas estas organizaciones, un desplazamiento forzado los
hará llegar a otros países o aumentar su presencia en ellos, como en el caso de
México, donde miembros de la Mara Salvatrucha y del Barrio 18 han sido
identificados en organizaciones dedicadas al sicariato, trata de personas, extensión,
narcomenudeo y tráfico de armas. E incluso, desde que El Salvador aprobó el uso
de la criptomoneda Bitcoin como un instrumento financiero de uso legal ha
prendido las alertas a nivel internacional por el probable uso de éste en
delitos de lavado de dinero.
Le pido
estimado lector, que analice este panorama. Si no tenemos bases compartidas
entre Estados Unidos y Canadá de las personas deportadas a México de estos
países, donde tienen tecnología, recursos y controles más estrictos, menos los
vamos a tener con nuestros vecinos del sur donde nuestra frontera es lo más
parecido con una coladera o un queso gruyere.
El desinterés
de parte de los países vecinos del Salvador es patente y la falta de
información y/o inteligencia que permita rastrear sus actividades y su
migración puede generar una crisis de seguridad paralela a la que generan los cárteles
mexicanos. Lo anterior, debido a que los cárteles mexicanos hacen asociaciones
de outsourcing con pandillas como en el caso de los Mexicles, Artistas
Asesinos, Los Aztecas, La Mafia Mexicana, Nuestra Familia, entre otras y la
llegada masiva de otras organizaciones puede generar un aumento significativo
de la violencia y la delincuencia. Y estamos a un periodo corto de tiempo que
nos agarren con los dedos en la puerta. La falta de visión global de ciertos
temas de seguridad puede agravar la ya complicada crisis que en la materia
México vive
hidalgomontes@gmail.com
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