El Papel de las Fuerzas
Armadas en la Seguridad Pública de México.
Por: Guillermo Alberto Hidalgo Montes.
A pesar de ser un tema por demás
polémico hay que puntualizar que bajo las circunstancias particulares en las
cuales el Presidente Felipe Calderón activó a las unidades operativas del
ejército y marina mexicanos en el año de 2006 no había otra opción, esto debido
al alto nivel de infiltración del crimen organizado, no sólo en las
corporaciones policiales de los tres niveles de Gobierno sino en toda la
estructura gubernamental (hecho que aún podemos constatar si vemos algún
noticiero local o nacional).
No todo ha
sido miel sobre hojuelas en esta colaboración de parte de los miembros del
ejército mexicano, pero no es algo 100% refutable a ellos ya que el problema
residió en que salieron de los cuarteles a enfrentar los problemas de Seguridad
Pública que de génesis no son su tarea y dio como resultado abusos de fuerza y
violaciones de derechos humanos (no necesariamente resultado de el actuar con
dolo sino más bien por el desconocimiento funcional de su nueva encomienda, la
Seguridad Pública). Como se comento hace unas líneas, la labor castrense es
diferente a la de la Seguridad Pública ya que la misión de las fuerzas armadas
es la de resguardar la soberanía nacional de enemigos internos como externos y
la clave de este concepto es la de “enemigos”, las fuerzas armadas sí tienen
enemigos y los agentes policiales tienen a transgresores de las normas socialmente
establecidas (que no es lo mismo) un agente policial no tiene enemigos, sé que
este aseveración puede sonar extraña pero es verdad.
Conforme el sexenio que está a punto
de acabar fue transcurriendo la Comisión Nacional de Derechos Humanos, presidida
por el Dr. Raúl Plasencia Villanueva ha ido capacitando al personal castrense
pero, debió haber sido a la inversa, primero capacitarlos y luego sacarlos a
las calles.
Es importante que se entienda que un
buen militar no es de facto un buen policía (tenemos casi 20 estados con mandos
militares en situación de retiro y no necesariamente han dado buenos
resultados) es como ir al cardiólogo a atenderme de una muela picada (como
dijese Vicente Fernández: “Que aunque es igual…no es lo mismo”) no porque los
dos usen batas parecidas, hacen lo mismo.
Si era necesaria una depuración de
los cuerpos encargados de hacer cumplir la ley, eso es innegable, pero no sobre
las políticas actuales que han dado resultado a medias, ¿No me creen? Como
entonces salen todos los días a la luz casos de policías detenidos que “pasan”
sus pruebas de control de confianza y están coludidos con la delincuencia
organizada.
Los Centros de Control de Confianza
no pueden basarse solo en los exámenes poligráficos, está demostrado desde los
años 90´s que no funcionan (en Estados Unidos ya no es una prueba determinante)
porque hay factores exógenos que pueden alterarla tiene que ser un conjunto de
baterías para que funcionen.
Tiene que existir una norma para los
directores de dicho centros, ya que de nada sirve que se evalúen a los
elementos si los encargados de estas evaluaciones se prestan a “pasar” a sus
amigos o ver por sus intereses personales.
La capacitación es otro punto
fundamental, hasta que nuestros policías los sean verdaderamente (es decir que
tengan las herramientas técnicas, cognoscitivas y materiales necesarias para
hacer su función) y no confundir la profesionalización con dar cursos a diestra y siniestra, existen cuerpos de Seguridad Pública que reciben cpacitación de todo, menos de lo que realmente necesitan, he sido testigo del como presidentes municipales piden cursos de rappel táctico (por solo poner un ejemplo) cuando lo más alto que tienen es la torre de la iglesia en la plaza de armas de la comunidad, en lugar de capacitar a sus elementos en cuestiones tan importantes como el marco de actuación de la función policial, Técnicas y tácticas policiales, etc. mientras esto no ocurra, las unidades castrenses no podrán regresar a los cuarteles.
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