La urgencia de formar negociadores de crisis en las instituciones policiales mexicanas para la prevención de linchamientos
Por: Guillermo
Alberto Hidalgo Montes
Frente al
fracaso de los sistemas sociales, México ha vivido en los últimos años un alarmante
aumento en los casos de un tipo de justicia colectiva por mano propia
coloquialmente conocida como “linchamientos”. Esta práctica no solo refleja la
desconfianza y el hartazgo de la ciudadanía en las instituciones encargadas de
las políticas públicas, la seguridad, así como la procuración de justicia. Sin embargo,
esta práctica ha sido utilizada muchas veces por la delincuencia organizada con
el fin de ocultar sus actividades en algunas comunidades del país. Entre los
años 2020 y diciembre de 2024, se registraron más de mil intentos de
linchamientos, así como linchamientos efectuados en todo el territorio nacional,
con un promedio de más de 254 casos por año. Este fenómeno no solo representa
una grave violación a los derechos humanos y el estado de derecho, sino que
también evidencia la necesidad urgente de contar con personal policial
especializado en negociación de crisis para prevenir estas tragedias y una
comprensión por parte de los gobernantes de que los delegados de las secretarías
de gobernación no puedes llevar a cabo dichas negociaciones para el control de crisis.
Debiéndose limitarse únicamente a las negociaciones de ciertas exigencias mas
no las que conllevan la seguridad de la ciudadanía, probables responsables de
la comisión de algún delito (victima potencial de linchamientos) y/o
involucrados (personas que amenazan con perpetrar el linchamiento).
Los
linchamientos son catalogados como manifestaciones extremas de violencia
colectiva, donde una multitud decide castigar a una persona sin mediar proceso
legal alguno. Este acto, además de ser ilegal, socava el estado de derecho y
perpetúa un ciclo de violencia difícil de romper. Los linchamientos suelen
surgir en contextos donde la población percibe una ausencia o ineficacia de las
autoridades para impartir justicia, lo que lleva a las comunidades a tomar la
ley en sus propias manos. Sin embargo, hoy en día se ha utilizado este tipo de
fenómenos para poder encubrir operaciones ilícitas como puede ser el evitar que
ingresen autoridades a poblaciones donde puede haber actividades como robo de
hidrocarburo u operaciones de algunas células delictivas.
Para ilustrar
lo anteriormente expresado, mencionaremos dos casos mediáticamente atendidos
(mas no los únicos) que ilustran la gravedad de esta problemática. En marzo de
2024, en Taxco, Guerrero, la desaparición y asesinato de la niña Camila Gómez
Ortega provocó la indignación de la comunidad. Ante la percepción de inacción
por parte de las autoridades, una turba linchó a una mujer y agredió a dos
hombres, que tenían probable implicados en el crimen. Otro caso emblemático
ocurrió en noviembre de 2004, en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, Ciudad de México,
donde tres agentes de la Policía Federal Preventiva fueron linchados por una
multitud que los acusó erróneamente de intentar secuestrar a niños. Este hecho
evidenció la falta de coordinación entre las autoridades y la desconfianza de
la población hacia las instituciones de seguridad.
Diversos
estudios señalan que los casos de linchamientos en México son consecuencia de
una combinación multifactorial de carácter sociológica. La desconfianza en las
instituciones de seguridad y procuración de justicia, así como una marcada
percepción de impunidad y falta de acceso a servicios institucionales son
algunos de los elementos que contribuyen a que la población recurra a la
justicia por propia mano. Además, la ausencia de canales efectivos de
comunicación entre las autoridades y las comunidades agrava la situación,
impidiendo una respuesta oportuna ante situaciones de crisis. Otro factor clave
es que en masa, las personas pierden su individualidad y dejan de comportarse
como un grupo de individuos para convertirse en una turba, es decir “una
multitud, una muchedumbre, un grupo numeroso de personas que se mueve de manera
desordenada, alborotada, y a menudo con un comportamiento no regulado”.
La presencia
de personal policial especializado en negociación de crisis es fundamental para
prevenir linchamientos y otros actos violentos. Estos profesionales deben estar
capacitados para manejar situaciones de alta tensión, establecer comunicación
efectiva con las partes involucradas y desescalar conflictos antes de que se
tornen violentos y fuera de control. Expertos de talla internacional como Vince
Dalfonzo agente del FBI y uno de los negociadores vivos más importantes
actualmente demuestran que las crisis pueden ser: a) expresivas (movidas por
sentimientos) como puede ser el asesinato de un niño y la violencia sexual
hacia una mujer de la comunidad o b) instrumentales (con el fin de obtener algo
como encubrir actividades ilícitas). Otro factor para tomar en cuenta es la de
los famosos “rehenes”. No todas las personas retenidas en una crisis son
rehenes, estos deben cumplir ciertos criterios de instrumentalización de los
mismos por lo que solo el 5% de las personas retenidas en situaciones de crisis
son realmente rehenes. Por lo tanto, intentar que personas externas a las instituciones
policiales sin formación en la materia se hagan cargo de las negociaciones abre
la puerta para que en lugar de tener a un retenido (persona que amenazan con
linchar) tengamos dos (el “negociador” de la secretaria de gobernación). Incluso,
el mal informar a los medios de comunicación sobre lo ocurrido puede generar un
descontrol en la situación que se está llevando a cabo. Hace unos años me tocó
estar en el equipo que desarrolló un protocolo contra linchamiento y fue
lamentable como un protocolo de seguridad se desvirtuó para volverse un
protocolo para que los políticos se cubrieran las espaldas en caso de
linchamiento, y la seguridad de la población, de los policías y de las personas
retenidas ¡Muy bien gracias! Una persona con 20 años de servicio en alguna
policía o en las fuerzas armadas no necesariamente sabe de negociación un
criminólogo no necesariamente sabe de negociación (ni se diga un delegado de
gobernación) para poder ser negociador de crisis te debes preparar para ser
uno. Es decir, cualquier perfil de los antes mencionados funciona, siempre y
cuando te especialices en ello.
Para
fortalecer la capacidad de las corporaciones policiales en la prevención de
linchamientos, es necesario implementar políticas públicas, criminológicas y
policiológicas enfocadas en la capacitación y profesionalización del personal
en negociación de crisis. Además de aprovechar que en la mayoría de los casos
las instituciones policiales se vuelven “literalmente” en primer respondiente,
es decir, son los primeros en llegar. Sin embargo, eso exige elementos
policiales diferentes. El estudio "20 propuestas para una Agenda de
Seguridad y Justicia", elaborado por el Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM, destaca la importancia de crear policías estatales y
municipales bien formadas, surgidas de una genuina carrera policial, bien
remuneradas y con derechos laborales adecuados. Además, se propone diseñar un
modelo de investigación criminal que establezca las bases mínimas y la
estructura para el funcionamiento del sistema penal, lo que permitiría una
respuesta más efectiva ante situaciones de crisis.
Los
linchamientos en México son una manifestación alarmante de la desconfianza
ciudadana en las instituciones políticas, de seguridad, así como de procuración
de justicia, pero también se han convertido en herramienta de grupos
delincuenciales muy efectiva y mediática. Para prevenir estas tragedias, es
imperativo contar con personal policial especializado en negociación de crisis,
capaz de intervenir de manera oportuna y efectiva. La implementación de
políticas públicas criminológicas y policiológicas enfocadas en la capacitación
y profesionalización de las instituciones policiales es un paso fundamental
para restaurar la confianza de la ciudadanía en las instituciones y garantizar
el respeto al estado de derecho. Los linchamientos en México se han convertido
en un grito que nos dice que es momento de actuar con inteligencia, estrategia
y humanidad. Profesionalizar a policías como negociadores, generar protocolos
claros y concretos para estos casos y equipar correctamente a los negociadores
con el equipo necesario para realizar esa función son, quizá, unas de las
decisiones más urgentes y menos discutidas en la agenda nacional de seguridad.
Porque en
México no puede haber lugar para más linchamientos. Ni por enojo, ni por
abandono y mucho menos por complicidad.
hidalgomontes@gmail.com
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