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viernes, 15 de marzo de 2013

Trata de Personas

Cuando la Demanda Supera la Oferta.


Por: Criminólogo Roberto Carlos Jurado Palomares.


Dentro de los delitos más inhumanos que actualmente podemos encontrar está la trata de personas, delito que ha superado en mucho sus inicios de práctica; manteniendo una constante evolución y una fortaleza con presencia de carácter mundial. Situación que no es de celebrarse; sino más bien de ocuparse.

Pero tratemos de definir la problemática multifactorial que genera no solo la permanencia de este delito; sino también de la fortaleza que ha logrado y así, hacer un estudio tratando el tema como lo mencionaba el Dr. Durkheim, como un “Hecho Social”; por tanto con características observables y verificables; sólo me atrevería a aumentar a la máxima del Dr. Durkheim:  "por tal motivo prevenibles."

Expuesto lo anterior; iniciamos. La trata de personas ha logrado posicionar a esta actividad a la par que la industria del narcotráfico; generando negocios colaterales a esta práctica; menciono colaterales por que pareciera que en su origen o al menos en la búsqueda de justificación social tienen una presencia legal. Si, en efecto, legal, ya que estos lugares se instalan a las luces de toda la ciudadanía y pretenden vender una actividad normal, mismos que abonamos en buena parte con nuestra aceptación ya que hemos hecho del baile erótico una actividad ya de carácter “deportivo” o como exhibición. Generando una mirada de la sociedad como una actividad “normal” o más bien “común y corriente”; mirándola como una oportunidad de empleo; ya que al fin y al cabo es con fines artísticos.

Todo lo anterior pone en olvido la dinámica por la cual tienen  que pasar las verdaderas víctimas de este delito; víctimas que son sustraídas de sus lugares de origen (que ya incluye países, ciudades, comunidades o cualquier lugar), trasladadas a lugares en los cuales se les maltrata sexual y sicológicamente, se les induzce a alguna adicción; para que a mediano plazo se les permita “trabajar”. O que en el caso que hayan presentado una constante resistencia a ser explotadas sexualmente, sean vendidas en calidad de mercancía lejos de su país de origen o sean comercializadas para traficar sus órganos. ¿Pero por que obligar, vender, drogar o explotar? Que lleva a los tratantes a recurrir a estas dinámicas inhumanas. Consideremos que en la proporcionalidad que este delito siga siendo una actividad que la ciudadanía demande; este va a tener una presencia en el mercado ya que siendo una práctica que afecta a seres humanos; somos nosotros mismos como sociedad los que los demandamos ya sea por un asunto cultural (que no lo justifico, solo lo enuncio) cuando los padres mismos son los que venden a las hijas como hace muchos años se hacía, con la facultad de propiedad que los padres tenían, o que tal con el clásico objetivo de generar muy buenas ganancias con un mínimo de esfuerzo “trabajo de amplio criterio; solo fines de semana, excelente paga”, o el tan trillado pero aun exitoso “vida de telenovela” que a la par de los anuncios en prensa escrita te cambia la vida de manera radical. Solo por mencionar algunos ejemplos. Modalidades podemos tener infinidades y los tratantes se dan a la tarea de generar dinámicas mayormente sofisticadas para cometer el crimen y mantener su negocio.

Concluyo: Tenemos una actividad observable, que nos ha demostrado la capacidad que tiene el hombre para ser su propio lobo, medible con tendencias de presencia constante y lamentablemente en ascenso; solo que no hemos querido prevenirlo ya que a diferencia de otros delitos y en igualdad a las adicciones es un acto de consumo; que la sociedad demanda por tal motivo; oferta continua.


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