Lo que los Sismos en México nos Deja como Enseñaza
Por: Guillermo Alberto Hidalgo Montes.
Los últimos
días no han sido nada fáciles para México, un país que actualmente se encuentra
en una profunda crisis social resultado de las inseguridad e impunidad que día
a día golpea a una sociedad harta y lastimada se suman dos sismos de gran
magnitud: El primero ocurrió el 7 de septiembre en la zona del Golfo de
Tehuantepec, en el estado de Oaxaca, con una magnitud de 8.2 grados en escala
de Richter. El segundo, ocurrido 19 de octubre, con un epicentro entre el
estado de Puebla y Morelos, con una magnitud de 7.1 grados en la escala de
Richter (el cual ha dejado un saldo (hasta la fecha en que esto fue escrito, el
02 de octubre de 2017, 361 víctimas mortales y miles de damnificados) han
dejado un importante número de lecciones positivas y negativas que aprender
para poder prevenir desastres naturales y poder reducir sus estragos lo más
posible.
Sin duda
alguna quedó patente una vez más la solidaridad del pueblo mexicano e incluso
en un primer momento la utilidad de las redes sociales para poder comunicarnos
de una forma inmediata, sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas. En una segunda
fase las redes comenzaron a generar problemas y rumores que entorpecían las
acciones de voluntarios de la sociedad civil, los cuerpos de rescate, así como
las dependencias gubernamentales por la generación no confirmada de información
que generó que oleadas de datos falsos se volviese viral, generando en muchas
comunidades abusos por parte de los propios damnificados. Las primeras 72 horas
son vitales en este tipo de fenómenos, donde los víveres y medicamentos son la
prioridad, después de ese tiempo y por alrededor de 10 días la prioridad cambia
a refugios; para que, por último, comience un periodo para comenzar la reconstrucción
de las zonas afectadas de aproximadamente 100 días en los cuales esperamos que
urbanistas, ingenieros y arquitectos sean capaces de generar infraestructura
social segura y sustentable para mejorar lo que antes había.
Quedó al
descubierto que la sociedad mexicana aún no ha aprendido de las lecciones que
el sismo del 85 había dejado, corrupción en las regulaciones de construcción y
una pobre cultura de Protección Civil han dejado claro que aún hay un largo
camino que la sociedad en conjunto tendrá que trabajar de forma muy seria. No
basta con tener un botiquín, o una maleta de emergencia si no nos preocupamos en
capacitarnos y practicar en su uso. Lamentable fue escuchar sobre la volcadura de un camión que transportaba víveres para los damnificados del estado de Oaxaca el cual fue vandalizado para robar su contenido o el robo de una cámara térmica en el centro de comando de un edificio colapsado en la ciudad de México
Otro punto a
destacar fue que el Estado en su conjunto se vio rebasado por la sociedad que
tuvo una mayor flexibilidad de actuación creando sinergias positivas que
lograron conjuntar un gran esfuerzo sin el cual el número de víctimas
seguramente hubiese sido mayor. Ahora bien, 361 víctimas mortales en un área
(en los 4 estados afectados) de más de 30 millones de personas, aunque no deja
de ser lamentable, no es una catástrofe, recordemos, a modo de ejemplo, que en
el sismo de 1985, en tan sólo el edificio Chihuahua, hubo más de mil decesos.
Estos
desastres naturales tienen que servir de catalizadores para poder generar
cambios de paradigma dentro de la sociedad mexicana. Exigir mejores
lineamientos de construcción, ser más severos y puntuales al combate de la
corrupción. Informarnos, prepararnos y equiparnos en forma seria y consiente
para poder hacer frente a las crisis que puedan acontecer, no importando su
naturaleza. Es necesario que aprendamos a ver los alcances y limitaciones de
las redes sociales y la cantidad abrumadora de información que éstas producen,
ya Friedrich Nietzsche, filósofo y poeta alemán, muy acertadamente sentenciaba: “La mucha luz es como la mucha oscuridad, no
deja ver”.
hidalgomontes@gmail.com
Guillermo.
ResponderEliminarMuchas gracias por este gran y provechoso análisis.
Saludos.
Atte. Edwin Alcalde