Cambio en la Visión de Seguridad.
Por:
Mtro. Eduardo García Anguiano.
El discurso del Palacio Nacional y el Pacto de
Chapultepec muestran señales de cambio. Durante los últimos meses se debatió si
era factible otra política de seguridad, los más la denominaban estrategia y
colocaban en el centro de las discusiones el combate al narcotráfico.
A raíz del traspaso en el Poder Ejecutivo
Federal, observamos en la alocución de su titular en el Palacio Nacional tres
puntos: 1) Promover un Programa Nacional de Prevención del Delito, 2) Desistir
la controversia constitucional para que la Ley Federal de Víctimas sea aprobada
por el Congreso y 3) Enviar una iniciativa de reforma para un sólo Código Penal
de aplicación nacional y uno de Procedimientos Penales.
Asimismo, en el Pacto de Chapultepec se
agregaron otros compromisos como parte de los “Acuerdos para la Seguridad y la
Justicia”, cuyo cumplimiento impulsará: reformas a los cuerpos de policía, reforma
a la Ley de Amparo y al sistema penitenciario
Y se concretizó un poco más en los objetivos: “recuperar
la paz y la libertad disminuyendo la violencia, en específico se focalizarán
los esfuerzos del Estado mexicano para reducir los tres delitos que más lastiman
a la población: asesinatos, secuestros y extorsiones”.
Una primera lectura de ambos instrumentos
públicos, nos sugiere diversos puntos a resaltar comparados con la anterior
administración:
· Se separan los temas de seguridad pública y
seguridad nacional que en el pasado inmediato aparecían con fronteras muy
tenues, cuando el combate al narcotráfico calificado de seguridad nacional,
derivó en uno de seguridad pública sin neutralizarse el primero.
· Se dará prioridad a la prevención sobre la
represión y además se incorporará a otras dependencias públicas en la tarea,
actividad que aunque ya fue considerada como objetivo, el monto de recursos que
recibió fue mucho menor en comparación con los que sustentaron las áreas operativas,
además no tuvo el carácter de política transversal.
· También se atenderán demandas urgentes de la
población relativas a tres delitos que hoy generan un alto impacto en la gente
y cuyo índice aumentó en el sexenio anterior, así como sus consecuencias.
· Se dará sentido de uniformidad al tratamiento
de los delitos en virtud de que los códigos penales locales ubican penalidades
diferentes a los mismos delitos.
· Se enfatizará en la función originaria de las
policías municipales que en la práctica y luego legalmente, fueron llevadas a
tareas de seguridad nacional en un tiempo muy corto, sin que el incremento de
sus capacidades creciese al mismo ritmo a pesar de los recursos con las que
fueron apoyadas.
· Además se creará un cuerpo de seguridad para lugares
y tareas específicas, que al menos en el papel realizará funciones
complementarias a la Policía Federal.
· Se despresurizará el sistema penitenciario cuyo
hacinamiento es un problema que se incrementó en los últimos años y además se
complementaría con medidas extracarcelarias.
A reserva de lo que se conocerá posteriormente
cuando se divulguen otros textos de política o planeación gubernamental, adelanto
algunas conclusiones:
1. El gobierno federal dará prioridad a un
problema de seguridad pública heredado, que propiamente es del orden local y
que hoy por su magnitud, requiere situarlo en la agenda de política nacional.
2. Se atenderá a las víctimas del delito, complicación
que generó la administración anterior y que como toda política de nuevo cuño
tendrá la oportunidad de probarse.
3. La transversalidad en la política de prevención
del delito es un avance para lograr un mayor alcance e impacto social, en
virtud de que anteriormente se circunscribió a la procuración de justicia o a
la seguridad.
4. Se incursionará en reformas legales que superan
los esfuerzos pasados de homologación de legislaciones, para alcanzar
uniformidad en los criterios penales.
5. Las líneas políticas enunciadas tendrán que
concatenarse y/o separarse de las de seguridad nacional, que son facultad del
gobierno federal y pueden sumarse los gobiernos locales.
6.
Las tareas de seguridad pública habrá que engarzarlas
con la política de seguridad interior.
Mas que enfatizar en cambios a la estrategia,
lo que en el pasado resultó un debate estéril, con las líneas anunciadas considero
es posible empezar a generar una visión de política de Estado, que defina cabalmente
la política de seguridad pública en el marco de las grandes directrices de
seguridad de un proyecto de orden nacional.
@EGAnguiano
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