Terrorismo.
Por: Guillermo
Alberto Hidalgo Montes
Las tendencias
actuales de interpretación del terrorismo han parecido mas preocupadas por
descalificarlo como comportamiento disfuncional y delictivo que por abordar un
estudio serio de sus diversas implicaciones de orden estructural, para poder
entender este tan complejo fenómeno primero hay que definir que es el terror.
Terror.- Es el acto simbólico
dirigido a influir el comportamiento social por medios extranormales, que
implican el uso o la amenaza de la violencia.
Según algunos
estudiosos del fenómeno este se divide:
De Ejecución.- Perpetrado por el poder
establecido.
Terror
De Agitación.- Desplegado por los que
aspiran al poder.
Terrorismo se define
como “Una forma compleja de lucha violenta de la cual se han servido y se
sirven estados, partidos de derecha o izquierda, comunidades étnicas y
religiosas, organizaciones y movimientos nacionales o internacionales o
grupúsculos de muy diversa ideología”.
Otra definición dice
que “Es la aplicación de los métodos de terror por los (al menos, en principio)
débiles, los despreciados, los desesperados, que ven en el terrorismo el único
medio de conseguir que se les tome en cuenta en serio y se les escuche”.
Por otra parte Terror
de Estado o Guerra Sucia se define como “El uso arbitrario por los órganos de
la autoridad política, de la coerción severa contra individuos o grupos, de la
amenaza creíble de su uso, o de la exterminación arbitraria de los mismos”.
El terrorismo hoya en
día tiene muchos enfoques pero en esta entrega comentaremos los principales
para tratar de entender como esta forma de lucha se mantiene vigente en
nuestros días y nuestra relación como servidores públicos encargados de hacer
cumplir la ley con dicho fenómeno.
La faceta esencial de
un acto terrorista es que su efecto psicológico resulta tanto o más importante
que las reales consecuencias físicas del acto violento. El terror provoca
determinadas reacciones psicológicas sobre una población sometida a su amenaza,
sea esta supuesta o real. Además de un medio de control social, el terror es
también un mecanismo de comunicación que coarta y condiciona el comportamiento
del receptor, que numéricamente es mucho más amplio que las victimas directas
de la agresión.
El terrorismo supone
el uso intencionado de la violencia –o la amenaza de su uso- contra un
“objetivo instrumental” en orden a comunicar a un “objetivo primario” una
amenaza de futura violencia. Su designio es usar el miedo intenso o la ansiedad
para coartar la conducta del objetivo primario o modificar sus actividades en
conexión con un determinado objetivo político.
Según Della Porta el
terrorismo contemporáneo presenta tres especificaciones:
1.- El objetivo de la
acción es escogido en base a su valor simbólico.
2.- La acción se
propone efectos psicológicos más que materiales.
3.- Se articulan
mensajes diferentes para objetivos diferentes.
Este enfoque afirma
que el terrorismo es un tipo de respuesta a un contexto sociopolítico
especialmente adverso y es un eficaz desestructurante social, ya que, a
diferencia de otras formas de violencia política transgredí deliberadamente
cualquier norma preestablecida, es decir, consiste en una radical negación de
la legitimidad del contrario.
El terrorismo no
puede ser totalmente indiscriminado, salvo casos excepcionales, como violencia
ciega empleada por algunos terroristas nihilistas o fundamentalistas.
El terrorismo
internacional forma parte de una estrategia desestabilizadora en la dinámica
política de bloques y tiene como origen un conflicto nacional o regional que se
traslada fuera de sus fronteras naturales.
Una última tendencia
ha intentado desmitificar el fenómeno, rechazando que sea fruto de
circunstancias aberrantes del contexto sociopolítico o de los propios actores
de la protesta. Este tipo de análisis trata de restituir el terrorismo a su
justo papel de instrumento al servicio de una estrategia de subversión o de
control dentro del conjunto de las manifestaciones violentas del conflicto
político. Para Martha Crenshaw el terrorismo es “Una forma de comportamiento
político resultante de la elección deliberada de un actor fundamentalmente
racional: La Organización
Terrorista.
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