Sueldos de Bofetada
Por: Mtro. Eduardo García Anguiano.
“Si
despreciamos a nuestros policías, cómo podemos pedirles que enfrenten con
hombría, con valentía a los delincuentes. Y, aun así, muchos lo hacen, con esos
sueldos dan la vida, dan la vida por los ciudadanos”, en palabras del
Comisionado Nacional de Seguridad y otras nacidas entre las filas policiales:
“Si, Hijo Mío: Soy Policía
Soy policía, mi
trabajo es muy modesto –tú lo sabes– pero dentro de su modestia tiene muchas
satisfacciones, somos ‘los malos’ de la sociedad que tanto nos sentimos
importantes cuando salvamos una vida, protegemos a un inocente o detenemos a un
criminal, estas son satisfacciones que en otro trabajo no se tienen, nuestra
profesión es ingrata, todos nos arrojan piedras y nos dicen insultos cuando cumplimos
con nuestro deber, porque todos quieren que la ley se cumpla, sólo para los
demás, no para ellos.
La gente nos
humilla cuando nos ofrece dádiva para que no cumplamos con nuestro deber y si
la aceptamos nos dicen “corruptos”, tu sabes hijo, que cuando salgo de la casa
no sé si volveré a verte porque nuestro trabajo es de riesgo constante en el
que va de por medio la vida misma: así es, a veces tenemos que morir
defendiendo la vida y propiedad ajena de alguien a quien no conocemos, mientras
tú me esperas inútilmente para darme ese beso que a diario me das de bienvenida
y entonces, hijo, me duele decírtelo: ya no volverás a verme porque habré
entregado mi vida por esta ingrata sociedad que tanto nos exige y nada nos da.
Si a veces no
te veo, es porque en este trabajo no tenemos horario; sí, es cierto, trabajamos
12 horas, pero es sólo cuando se puede, pues a veces por necesidad debemos
quedarnos más tiempo del horario. Lo siento hijo, nosotros no sabemos decir no
cuando alguien nos necesita para su seguridad, porque es cierto que cuando los
demás descansan, nosotros estamos de pie vigilando.
Cuánto quisiera
poder estar a tu lado vigilando tu sueño, viéndote crecer, sonriendo contigo,
pero confórmate (porque no hay otro remedio) con vernos de vez en cuando; de
todas maneras yo siempre estoy contigo pensando en ti, porque nunca te olvido.
Ahora también yo estudio para ser mejor policía; y lucho como mis compañeros
porque tú y otros niños, jóvenes y adultos puedan caminar por las calles con
tranquilidad, llegar a la escuela o trabajo libres de sobresaltos y de miedo,
porque para eso estoy aquí y por eso ‘soy policía’, no importa que todos nos
ataquen y que la gente nos acuse por no dejarnos golpear o matar.
Si tú supieras,
hijo, con qué clase de gente nos enfrentamos diariamente. Drogadictos, ebrios,
influyentes, asesinos, todos ellos irrespetuosos y agresivos y nosotros tenemos
que tratarlos como si fueran gente decente; de veras, esto es lo que más nos
lastima, que no entiendan que nosotros también somos seres humanos y que nos
duelen los insultos y las agresiones. Y además, que crean que estamos obligados
a aguantar todo porque somos policías.
Hijo, quiero
que comprendas que porque soy policía, no puedo atenderte como mereces, pero
ten por seguro que sabré dejarte como herencia: mi honor, mi orgullo y mi
dignidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario