1

1

lunes, 15 de diciembre de 2014

Víctimas de la Delincuencia 


Por: Crim. Darío Hernández Guzmán


     Mucho se ha escrito y analizado respecto a las factores causales de la delincuencia, del delincuente y en un segundo plano de la víctima, se han establecido políticas de prevención del delito, de reinserción social y de apoyo a víctimas del delito, sin embargo, estos no han sido del todo satisfactorias, pero con la intención de abordar un tema más sensible y de mayor relevancia desde la perspectiva preventiva y humanista, este autor opta por aportar un punto de vista poco estudiado y trabajado, el destino al que están condenados los descendientes directos de autores materiales o intelectuales de actividades propias de la delincuencia, principalmente de la denominada organizada.


     Es bien sabido que la delincuencia organizada es un grupo de tres o mas personas que cuenta con una estructura definida, rol y funciones específicas, modus operandi que evoluciona hasta la especialización y sus integrantes se rigen por normas, valores o códigos de ética, gran cantidad de organizaciones podrían ser equiparables a un negocio familiar en el que se hereda el poder y la sucesión al mismo, esos grupos operan por un tiempo determinado y condicionado a la aprehensión o desarticulación del mismo. Es en este preciso momento cuando surgen los condenados indirectos de estos grupos dedicados a actividades ilícitas y al estigma social.


     Recordemos que la gran mayoría de los integrantes de una organización delictiva cuenta con familia y que su “modus vvivendi” suele pasar encubierto cuando es de bajo rango, o “estilo de vida” sí es de mayor jerarquía, pero debemos poner atención en los menores de edad que quedan en desamparo y desprotegidos después de la captura de alguno de sus mentores.


     Los menores no solo se enfrentan al momento de estrés en el que elementos policiales irrumpen en el domicilio o morada, sino a tiroteos, ruido, golpes, insultos, vejaciones, además a la incertidumbre a la separación, quedando en estado de indefensión y vulnerabilidad ante grupos rivales, en el mejor de los casos a sobrevivir a estos hechos, suelen quedar bajo la tutela de algún familiar cercano, quienes tendrán la difícil tarea de educarlos y de satisfacer sus necesidades primarias, principalmente, alimento, vestido, casa e instrucción formal.


     En este último rubro se manifiestan conductas de rebeldía contrarias a la disposición reglamentaria de la institución escolar, problemas de adaptación y convivencia, agresiones y bajo aprovechamiento escolar, son etiquetados como alumnos conflictivos y sí el antecedente familiar sale a la luz pública, son objeto de rechazo, burla y motivo de deserción.


     Desde el  momento en el que su oportunidad de desarrollo se ve truncado, el rencor hacia el reproche social y hacia la “normalidad” se incrementa siendo estigmatizado y discriminado en cualquier lugar donde el individuo pretenda reorganizar su vida. Este hecho lo orilla a la convivencia con semejantes y al constante roce con gente que se desenvuelve en medios contaminados, al ceder el punto de quiebre, retomará el camino de la trasgresión hasta convertirse en un antisocial o parasocial; repitiendo así los patrones conductuales a los que estuvo predispuesto en su infancia.



     Es por ello que surge la importancia de generar políticas integrales y útiles que permitan brindar el apoyo emocional, social, humano e intelectual a estos menores que permitan terminar con el ciclo violento en sus vidas y optar por el desarrollo de personas sanas. Esto permitirá la disminución de delitos cada vez más violentos y una sociedad sensible y humana.


geoherg@hotmail.com



No hay comentarios:

Publicar un comentario