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lunes, 23 de abril de 2012

A Propósito de Opinar Sobre los Derechos Humanos.


Por: Psic. Carlos Alfredo Sánchez Cortés

El hombre como tal en la búsqueda y el intento constante de realizarse como ser humano ha empleado todas sus herramientas “racionales” a favor de el logro de tal fin, normas, reglas, leyes, acuerdos, “derechos”, garantías y demás, son puntos de constante y profunda reflexión y debate entre aquellos que han optado por distinguir a estos como un medio que facilitará la adecuada y eficaz convivencia, en la creación y fortalecimiento de las relaciones interpersonales que entablen.

            Pero ¿cada cuándo (y cuánto) reflexionamos, criticamos y ponemos manos a la obra en cuanto a lo que a Derechos Humanos respecta? Y es que estos derechos constituyen no sólo uno de los aspectos centrales (si no es que el principal) e indivisibles a la Seguridad Pública, tanto a nivel operativo como estratégico y de gestión. ¿Quién nos provee de derechos? Retomando la idea principal que le otorga sentido a los llamados “Derechos Humanos” en la que se subraya que estos son inherentes, es decir, que el hombre por el hecho de nacer esta provisto de derechos y que este no puede ser separado de los mismos y que es afirmada por el sujeto mismo y que sólo tienen existencia en él; esta última hace saltar a la luz la duda de que si a estos “derechos” les es necesaria una etiqueta, si es necesario para el funcionamiento de los mismos subrayar variadas veces su contenido literal; y por encima de estos, si es necesario que algunos los re-escriban, beneficiándose de la publicación y la “defensa” de los mismos.

            Así pues podemos revisar a través de la historia los diversos intentos del “humano” por hacer legibles y palpables de alguna manera, sus derechos que por naturaleza les corresponden; declaraciones, la creación de constituciones y convenciones, nos han hecho notar el intento persistente por lograr el buen convivir de los ciudadanos, como lo señalan en la Declaración Universal de los Derechos Humanos: todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotado como está de razón y conciencia, deben compartir fraternalmente los unos con los otros…

            Es en este punto cuando toma relevancia primordial el concepto dignidad. Hablar de dignidad es demasiado subjetivo, y al ser parte fundamental del Derecho, éste se reviste de una gran ambigüedad; por lo tanto salta a la luz la cuestión… ¿cómo el Derecho puede ser contundente, eficaz y positivo siendo que lo que busca, defiende y pretende (todo a la vez) tiene su fundamento en algo tan subjetivo?

            Si bien para que este derecho (el de la dignidad) logre alcanzar el justo valor que busca es inevitable tomar en cuenta la diversidad de culturas (y su cosmovisión) que existen (al menos en nuestro país), por lo que nuevamente se asoma otra interrogante ¿a qué se le considera digno o quién es digno de tal o cual  cosa?

            El sistema globalizador que en la actualidad opera sobre toda actividad en el país resulta un fuerte opositor a la diversidad de culturas debido a su naturaleza unificadora y alienadora; como lo señala el sociólogo alemán Tönnies: “se pasa de una colectividad cálida, natural y espontánea fundada en la alianza de la sangre, la convivialidad de los vecinos y la cohesión de las  creencias, a una colectividad fría, artificial y coactiva que reposa sobre el contrato de interés, las ventajas que los unos pueden obtener de los otros y la lógica de la ciencia”.

            Y es precisamente esa colectividad fría basada en el interés quien no sólo señala la violación de tales o cuales derechos, sino también es esta colectividad quien aparentemente las exige, define y quien vela por ellas y por lo tanto quien empapa de ambigüedad, de superficialidad y banalidad sus derechos.

Así pues, se hace notorio el desplazamiento de aquellos quienes aún forman parte de la “antigua colectividad” en su intento de sobrevivencia y en el intento de hacer válida  su igualdad en derechos consecuencia de las demandas del sistema, y es que dentro de las demandas de el mismo está el eliminar lo improductivo y desubicado, lo que no produce y por lo tanto no consume.
           
Pero entonces ¿de qué manera evitaremos la imprecisión de dichas concepciones?, si bien el sistema globalizador tiene la “buena intención” de “igualdad” se pone por encima de un concepto fundamental y básico por el que los “derechos” humanos ante todo deben velar, la libertad.
           
Una vez que se pasa por alto a ésta (la libertad), la imagen de dignidad se torna más dudosa, la claridad de esta es vaga y la desprovee de una realización efectiva. Y es que esta es una de las limitaciones graves de una declaración de Derechos Humanos y la universalidad de los mismos, lo priva de legitimidad, al no otorgarle esa pluriculturalidad, al ser masificadora.

Más sin embargo los individualismos no son de mucha ayuda, porque cae dentro de ese círculo vicioso de las exclusividades y de los buenos tratos y beneficios solo para unos cuantos. Entonces así se vislumbra un panorama turbio para el ejercicio y protección de los Derechos Humanos. Habría pues que revisar como es que estos se difunden, como llegan a las manos de todos.

            El estado, poseedor de poder más que resguardar la seguridad de estos, manipulan los mismos, los trabajan de tal manera que les es asegurado el poder y los regulan con leyes, con normas o reglamentos que delimitan el “libre” ejercicio del derecho; logrando así un intento por alcanzar el sueño de “igualdad”, ingenuo por cierto, ya que recordemos que cada individuo al reposar (aparentemente) su participación como núcleo social, esta conformado por estructuras cognitivas construidas en base a su experiencia inter e intrapersonal, y que al ser infinitas estas, están conformadas de un sin fin de formas, es decir nunca iguales. Declaraciones, proclamaciones, revueltas, las ingenuas marchas; aparecen entonces como un recurso más a los que “tenemos derecho” para ser utilizados a favor de la defensa y respeto del derecho humano.

            Da la impresión de que entonces el manejo del derecho si bien procura la convivencia entre los individuos y de alguna forma los adapta a la forma de vida actual, el ejercicio del derecho tal y como se es aplicado y concebido (al menos en este país), es causa de disputas, controversia y buenas intenciones; pero que si procura también el funcionamiento de la sociedad, procura la homeostasis en esta, manteniendo el equilibrio del sistema basado en la retroalimentación, en donde para seguir vigente el poder que se dispone es necesario el funcionamiento (patológico por cierto) de todo el sistema, que aún ante sus perturbaciones busque la consecución de sus metas y objetivos; por un lado mantener vivo y vigente el poder, por el otro el cumplimiento del derecho.






1 comentario:

  1. Loa Derechos Humanos son una cultura, son el reconocimiento práctico y eficaz de la dignidad de cada ser humano. El irrespeto a esta dignidad es una acción violenta que inicia una espiral que nos conduce a la destrucción del otro.

    ¿Derechos Humanos para todos?... ¿Incluso para aquellos que violan y transgreden los derechos de los demás?....

    Nuestra libertad es algo que tenemos asumido,como si fuera parte de nuestro cuerpo,como si fuera la piel que llevamos puesta.

    En muchos casos es así,la vemos como una circunstancia innata en el individuo,algo natural,tanto que puede que no le demos la verdadera importancia que se merece

    ¿Nos damos cuenta del regalo con el que nos encontramos? ¿Sabemos apreciar lo afortunados que somos? Ya es tiempo de hacer algo para conservar nuestra libertad.

    ......

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