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lunes, 11 de junio de 2012


Cuando los Intereses se Sobreponen a la Dignidad Humana.



Por: Psic. Carlos Alfredo Sánchez Cortés

Para muchos de nosotros seguramente resultaría insólito el saber que en nuestra sociedad actual existen prácticas muy similares a la esclavitud del siglo XIX, en donde las conductas vejatorias y la deshumana consideración de unos sobre otros se ve regida por intereses económicos y de ambición desmedida. La oferta y demanda de seres humanos con el fin de atender a nuestros objetivos e intereses, así como a nuestros placeres parecería pintar un panorama propio de la más terrorífica de las novelas y relatos que, creemos, sólo forman parte de las estanterías de cualquier librería.

Es común que nos resulte inaudita la opresión de unos sobre otros con la intención de satisfacer deseos particulares, pero en realidad ¿cuántas veces no hemos sido partícipes de ese ejercicio de poder?. Las demandas del entorno sumergidas en una dinámica de banalidad y egolatría nos justifican en la caprichosa necedad de ponernos por encima de otros para demostrar poderío, capacidad de adquisición y al imponer estilos de vida que consideramos como exitosos sobre aquellos que dejamos arrinconados en lo marginal. El rito a lo ostentoso deshumaniza a las personas para convertirlas en escaparates ambulantes que presumen orgullosos su vaciedad y carencias.

Y es que la obsesión de consumo nos ha llevado a regresar a prácticas tan retrogradas y humillantes que como resultado hemos degradado todo a nuestro alrededor, atribuyéndole costos y beneficios a la explotación de otros, llamémosle ecosistema, personas, recursos naturales, etc. La Trata de Personas es una de esas prácticas en donde se desvirtúa al ser humano, donde se le cosifica y adquiere el significado de instrumento para el logro de objetivos. Justificada de diferentes formas, con “argumentos” de inferioridad racial, étnica, de género, de edad, etc.  Nos deja entrever en sus pretextos lo deshumana que puede ser la condición del ser humano para la convivencia con otros seres.

La Trata de personas muestra con toda crudeza como el poder penetra a  los cuerpos. Autores como Giorgio Agamben, Michel Foucault, Guilles Deleuze, reconocen la influencia del poder político entre los cuerpos humanos y los mecanismos mediante los cuales incide en las relaciones sociales, en  el comportamiento y  los hábitos personales.

Con la insuficiente pero alarmante información de que disponemos en relación al que pareciera ser novedoso (aunque en realidad no lo es) delito de la Trata de Personas, especialmente en la modalidad de explotación sexual, nos damos cuenta de lo necesario que resulta su estudio y  abordaje oportuno para el diseño de políticas públicas que frenen su impacto social.

Al tener como principales víctimas: niñas, niños, mujeres y jóvenes adquiere gran interés su combate y prevención. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) informa que, a nivel global, la trata de personas con fines de explotación sexual sigue siendo la modalidad de mayor incidencia de este crimen y en torno a la cual se ha generado la mayor cantidad de estadísticas. Así, de los casos identificados de trata de personas, 79% corresponden casos de explotación sexual, y 18% a casos de explotación laboral[1].

A este tenor, el Fondo de las Naciones Unidad para la Infancia (UNICEF) estima que la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes arroja utilidades por más de 7000 millones de dólares anuales, En 2007 informó la existencia de más de dos millones de niñas dedicadas al comercio sexual.

Pero las implicaciones de este delito son aún mayores, puesto que permite o integra la comisión de otros delitos como lo son el rapto, la violencia física, el tráfico de personas, la intimidación, el chantaje, la corrupción etc.

México es considerado, no únicamente como país de tránsito, sino también como de origen y destino de las víctimas de Trata de Personas, su ubicación geográfica, su cercanía con Estados Unidos, sus condiciones socio económicas, laborales, culturales y de infraestructura, le dota de las condiciones idóneas para que este delito se desenvuelva sin mayores problemas

Este acto es un crimen que afecta a más de 4.000.000 de personas a nivel mundial, según el programa de población de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Datos recogidos de 155 países muestran que el 20 por ciento de los casos corresponden a niños, en tanto que la UNODC, resalta que la forma más común, es la explotación sexual (79%) y la mayoría de las víctimas son mujeres. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) informa que más de 12.000.000 de personas padecen situaciones laborales similares a la esclavitud, y la UNICEF calcula que alrededor de 180.000.000 de niños de 5 a 17 años  (1 de cada 8 en todo el mundo), están empleados en las peores formas de trabajo infantil y más de 1.000.000 es víctima de la trata, un negocio que produce mil millones de dólares anuales que se reparten entre los propios familiares de las víctimas, los traficantes y los funcionarios públicos que actúan en complicidad. Es una actividad delictiva altamente rentable, sólo detrás del tráfico de armas y drogas.

La voracidad con la que avanza este delito y la aparente libertad con la que parece moverse en el mundo y, en nuestro caso en México,  nos hace priorizar su estudio de manera oportuna y concreta, con la finalidad de crear esquemas que permitan no únicamente su combate, sino también disminuir su incidencia e impacto social.


[1] Comisión Nacional de Derechos Humanos, Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social. (2009) Diagnóstico de las Condiciones de Vulnerabilidad que Propician la Trata de Personas en México, México.


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